lunes, 14 de mayo de 2007

La gorda y el piquetero

Una señora muy gorda, muy obesa, transita con un humor mañanero por la Ciudad de Buenos Aires. Mientras tanto, en una avenida del centro, un grupo de piqueteros cortan el paso reclamando alguna de las tantas cosas que no les dan.
La gorda se acerca hasta el lugar y al ver que no puede pasar, comienza a insultar y a enojarse. Miles de insultos racistas emanan como si fueran cataratas de agua de su boca, al tiempo que intenta avanzar atropellando unos cuantos manifestantes. Los piqueteros, con sus caras tapadas y sus garrotes preparados, se avalanzan sobre el auto y lo comienzan a golpear y a intentar sacar a la gorda por la ventanilla.
Comienza la batalla ciudadana. La gorda reclama, exige, poder pasar por el punte. Se ampara en la Constitución dónde dice que todos los argentinos tienen libree circulación por las rutas del territorio. Los piqueteros reclaman, exigen, que les den trabajo y comida. Se amparan en la Constitución, donde dice que tienen derecho a protestar.
Una batalla sin cuartel se desarrolla en la Ciudad. La gorda arremete en varias oportunidades contra la multitud, matando a unos cuantos, con ese paragolpes afilado y, en ese momento, lleno de sangre.
La represalia piquetera no se hace esperar: rodean el auto y los golpean con sus garrotes. Literalmente lo abren como si fuera una lata de sardinas. Los piqueteros tienen, esta vez, el factor cantidad de su lado. Son más y lo demuestran. No les lleva mas de unos minutos abrir el auto, arrancar a la gorda de su interior y propinarle una paliza épica, al punto de dejar el cuerpo inerte de la obesa, totalmente irreconocible.
Esta vez, los manifestantes ganan la batalla. Pero la guerra no esta concluida, porque hay mas gordas y autos sedientos de sangre piquetera, y mas piqueteros, dispuestos a destruir sus garrotes en las cabezas de las gordas y sus autos.

Pero siempre en el marco de la legalidad que brinda la Constitución.

Y mañana se levantaran más gordas enojadas. Y mas personas sin trabajos se convertirán en piqueteros de cara tapada y garrotes en mano. Y así, alimentar su sed de sangre, que cada día es mas grande y mas fuerte.

Y mientras tanto, alguien leerá en el diario las alternativas de la batalla entre la gorda y los piqueteros, pero continuará su vida como si nada, sin saber que mañana será su turno.

Estaría bueno, Buenos Aires. Estaría bueno...

4 comentarios:

Henrieta R. Hipo dijo...

Estaría bueno que dejemos de pensar que los derechos de la Constitución son en primer lugar para aquellos que YA tenemos trabajos "dignos". No justifico la actitud violenta de los piqueteros bajo ningún punto de vista por eso mismo: la violencia.
Pero basta de creernos que la "clase media" manda y "los de abajo" no existen y no tienen el mismo derecho a estar en el mismo lugar que los demás.

Y estaría bueno también que los que hicieron la campaña del Pro aprendieran a escribir

Alexander Supertramp dijo...

Estaría bueno pensarlo desde este punto de vista: las generalidades no sirven para un carajo...
Entonces, no todos los piqueteros están ahí para cobrar plata, como muchos de las clases altas piensan...

Si eso fuera realmente rentable, alguno de los prejuiciosos duda, de que Macri andaría con un garrote por las plazas??
Hay muchos que no entienden el concepto primario del asunto: si a mi que estoy en una situación jodida no me escuchan, voy y me paro en el camino de aquellos que tienen la responsabilidad de hacerlo y no lo hacen.
Que después haya gente que se aprovecha de eso...también es cierto. Pero me parece una pelotudez, que muchos prefieran putear y tocar bocina, antes de buscar el origen del problema...

Estaría bueno, que Buenos Aires piense más...

La prueba de que eso no pasa, está acá atrás y cerquita en el tiempo. Piensen en la feria del libro, sino...

Caro dijo...

Muy buen blog.
El problema de los piquetes y de tantos otros mecanismos de protesta siempre gira en torno al mismo tema: el choque entre los derechos de unos y de otros. Mi derecho a circular libremente, y el derecho del piquetero a protestar y querer hacer valer sus derechos, en este caso. El límite siempre es la violencia y el respeto...

el capitán beto dijo...

contradiccones constitucionales que le dicen...

salud y buenos alimentos