miércoles, 25 de febrero de 2009

Dialogos laborales

Yo: -Che que será de la vida de la máquina de Dios?, Te acordás?
L: -Es verdad, dicen que está rota, no se que onda. Te imaginas si no sirve?
Y: -Estaría bueno saber que van a hacer con tremendo bicho
L: -A lo mejor sirve como cafetera, que sabes?
Y: -400 mil millones de dólares por una cafetera gigante?
L: -Pero que cafetera...
Y: -No, imaginate: gasté 100 mil millones dólares en desarrollar una maquina
L: -Para que sirve?
Y: -Me hace inmortal
L: -Funciona?
Y: -No ni en pedo, pero hace unas tostadas bárbaras
L: -A lo mejor lo hicieron para tapar algo mayor, vendieron humo
Y: -En realidad la Maquina es de cartón pintado
L: -Claro e inventaron todo esto para blanquear 400 mil millones
Y: -No pero posta, imaginate si no sirve para nada
L: -Y bueno, que la desarmen y la vendan en Warnes
Y: -Algo de guita van a recuperar en los desarmaderos
L: -Además del valor de cambio del Euro acá. Millonarios se hacen
Y: -Y de última que la desarmen en 20 mil pedazos,
L: -Se, y que a cada científico le metan un pedazo distinto en el orto

jueves, 19 de febrero de 2009

Que cagada, chango

Me re colgue, ya lo se y les pido disculpas. No escribo nada desde el 2 de febrero. La cuestión fundamental es que estoy manejando el otro blog solo ya que mi compañero se quedó sin computadora. A eso sumenle que estoy hasta las manos de laburo, mi suegra está en mi casa y que hace un calor de cagarse. Ah, les dije que no tengo luz?, bueno, no tengo, aparentemente hay una perdida de electricidad(?) en alguna parte de la casa y no saben donde. Son esas cosas que no deberían pasar pero pasan.
 
Se que fue corto, pero eso me lleva a la pregunta del día: ¿cuando fue la última vez que el destino los escupio en la cara y los hizo pasar un mal momento, tecnicamente hablando?
 
Cuando las cosas se mejoren vuelvo.
 
Porque ustedes saben que yo siempre vuelvo...

lunes, 2 de febrero de 2009

Pasajero de la vida

Mucha gente utiliza el transporte público habitualmente por varios motivos: a pesar de los aumentos sigue siendo mas económico que un auto, es más rápido que un auto y, como ocurre en mi caso, no se necesita licencia ni conocimientos previos para utilizarlo. Pero también tiene su lado malo: uno comparte el transporte con mucha gente por día (demasiada en algunas ocasiones), por lo que la comodidad, más que nunca, pasa a ser un bien de lujo.
 
Pero el punto que quiero tratar no es ese, sino el siguiente: aquellos que cumplimos horarios diariamente, tomamos nuestros transportes, tanto de ida como de vuelta, exactamente a la misma hora por lo que conocemos las caras de muchos de los que viajan con nosotros. Cuando esto se repite por mucho tiempo, incluso hasta nos sabemos en que parada/estación suben o bajan, tratamos de develar de donde vieneno cual es su destino. A veces es fácil, cuando el lugar donde trabajan les da la ropa con los logos reglamentarios o cuando llevan su tarjeta de identificación colgada de algún lado visible (odio a estos últimos), lo que hasta nos puede dar sus nombres e incluso, sus fechas de nacimientos en el mejor de los casos.
 
También nos preguntamos cosas cuando no vienen: "Lo habrán echado?", "Estará enfermo?", "Se habrá muerto?". Cuando es un pasajero de hace pocos días, el pensamiento y el sentido común dicen "ya arregló el auto", ahora, si es un pasajero de la primera época, nos inventamos miles de historias a ver que ha ocurrido con nuestro colega de viaje. Y en el peor de los casos, lo llegamos a extrañar y lamentar su pérdida.
 
Luego de lo expuesto, la pregunta del día se divide en dos partes que apuntarán a distintos lugares. La primera es, teniendo en cuenta el post y sus experiencias personales ¿Hay que saludar al pasajero-colega que nos acompaña todos los días y que, solo y exclusivamente, cruzamos en el medio de transporte?. ¿Podemos tener amigos del club, del trabajo, de la vida y del colectivo?.
 
La siguiente pregunta, mas sencilla, pide que recuerden algún pasajero que los haya acompañado al trabajo durante algún tiempo y... bueno... cuenten su experiencia.
 
Y, mientras se van,  recuerden que nosotros también somos pasajeros diarios en la vida de alguien...